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30 de abril de 2023

Hermes Trismegisto. "El Gran Enigma del Antiguo Egipto”

Thot (Hermes). El hombre actual sustenta su existencia en un conjunto heterogéneo de bases y lineamientos morales, intelectuales, científicos y éticos que le dan un aspecto frágil y peligrante. Este ser, habitante milenario de la faz terrestre, a común persigue logros y contempla los medios, ignorando si son causas o efectos y su naturaleza y magnitud. Concreta un hecho, pudiendo ser este efecto de una causa no atendida, o concreta otro, que es una potencial causa e ignora su efecto. Todo fluye y refluye. Cada acto acarrea un movimiento consecuencial. Un efecto se convierte en causa y una causa en efecto de otra anterior.
Ignorando la naturaleza de los hechos, como excelentemente lo hace el hombre, se confunde si sus esencias son básicas e imperecederas o si son bamboleantes y caducas, entonces el hombre si no contempla las Causas Primeras y su verdadera magnitud, todo lo que hará, ya sea que actúe o piense, tendrá una existencia efímera, cuyos límites estarán determinados por la naturaleza de sus actos y pensamientos y el Ritmo que estos lleven.
Las Causas Primeras, adecuadamente atendidas brindan efectos Imperecederos y éstas constituyen un Poder ESTÁTICO Y DINÁMICO, inmutable e inalterable, que engendra a los hechos o efectos espirituales, mentales, morales y existenciales NO CADUCOS, NO EFÍMEROS, sino ETERNOS Y DE VALIDEZ UNIVERSAL.
Tenemos conocimiento de que en todas las épocas existieron mentes de hombres sabios que supieron observar todo lo que tiene valor universal y supieron destacar todo aquello que es efímero, sin sustancia y apoyado sobre bases frágiles.
Grandes pensadores, maestros e iniciados ordenaron su conocimiento y fundaron escuelas, doctrinas y filosofías que llegan hasta nuestros días como signo de que la sabiduría mantiene su valor como siempre y para siempre. Hubo pueblos que se destacaron entre las ciencias, las artes y la magia: el egipcio, el chino, el hindú, el griego, el romano, etc., algunos de ellos posibles herederos de la sabiduría atlante, algunos milenios antes desaparecida. Nos preocupa en esta oportunidad la cultura egipcia. De su seno nacieron las bases fundamentales de las doctrinas ocultistas. El Hermetismo es la doctrina central de este trabajo.
Los estudiosos tenemos que considerar a Egipto como la tierra gloriosa, bendecida por el conocimiento de la Inmortalidad del Alma. Y así nos retrotraemos a la legendaria ATLANTIDA, por la sensatísima razón de que las escuelas de los Misterios, con su iniciación filosófica, debieron tener un origen anterior al de Egipto, y se ve reafirmada esta teoría en unas informaciones secretas que, maestros de la escuela de Heliópolis, dieron al joven y serio investigador griego PLATÓN. Estas entre otras cosas, decían que: la veneración a la luz y a su agente el Sol, fue el principal dogma de la religión atlante, y lo fue también de la primitiva religión egipcia. “RA”, el dios Sol, fue el primero, el hacedor de todas las cosas, el UNO, engendrado de sí mismo, padre y creador de todos los demás dioses. Los Atlantes tuvieron un largo período de civilización muy elevada y noble, para luego desaparecer, hundida en las aguas del mar, mucho antes de que Babilonia se corrompiese, convirtiéndose en la ciudad más degenerada del mundo antiguo.
La esfinge de Gizeh, con sus ojos sin vista, fijos en un punto exacto del horizonte donde el sol hace su reaparición diurna, y la gran pirámide, ambas construidas en la era atlántica, con señales visibles del misterioso continente, mundos legados de una raza de hombres que fueron nuestros ancestros, y que la tallaron para que fuera su estatua máxima, su imagen conmemorativa más sublime y la dedicaron al Sol, el dios Luz. Este fue el venerado emblema de piedra, de una civilización para la que, en este mundo denso y material, la luz era lo que más se aproximaba a Dios.
En el libro del Génesis, el primer elemento creado fue la luz, sin la cual no podría haberse creado, Dios dijo: “Sea la luz; y fue la luz”… La verdad es inmutable en sí misma, solo ella sobrevive a todo y resiste el paso de los milenios, como la Esfinge, semienterrada en las arenas del desierto, por tranquila y correcta, encarnando la fuerza del león, la inteligencia del hombre y la serenidad espiritual de los Dioses. La Esfinge nos predica desde la piedra un silencioso mensaje a todos los que tengan oídos para percibirlo. Su figura se encuentra en la entrada de los templos, en diversas partes de Egipto, como señal de protección de lo que allí se guarda, es por eso que se la considera un ser o un objeto de la naturaleza divina.
SITUACION GENERAL DE EGIPTO
Hacia el año 2000 a.C., Egipto sufrió la crisis más atormentadora, que un pueblo puede atravesar: una invasión extranjera y una semiconquista. Conducida por reyes-pastores llamados HICSOS, dicha invasión se lanzó sobre la nación y fundó en el Delta la ciudad de AVARIS. Según los textos de MAMETON, los Hicsos habían sido fenicios, JOSEFO los consideraba árabes. En realidad la invasión de estos extranjeros debe relacionarse con un movimiento de emigración, en el que los Hititas se establecen en Anatolia, los Kasitas fundan una dinastía en Babilonia, los Semitas trataron de establecerse en Canaán y son seguidos por bandos de Arios. Y finalmente esta oleada fue a morir en Egipto, y, según cita textual de Mametón: “Durante su reinado, sopló contra nosotros la cólera divina; yo no sé por que, de improviso estos hombres, tuvieron la audacia de invadir nuestro país y, por la fuerza, se apoderaron de él. Estas gentes se adueñaron de los jefes, incendiaron salvajemente las ciudades, arrasaron los templos de los dioses y trataron a los pobladores con extrema crueldad…”.
Para estos momentos la existencia nacional de Egipto estaba comprometida, por su conocimiento en peligro y su misión universal amenazada.
Pero tenían Un Alma Vital, es decir, un cuerpo organizado de iniciados, depositarios de las antiguas creencias herméticas, que se retiraron al fondo de los santuarios, se replegaron en sí mismos para resistir mejor al enemigo. En apariencia el sacerdocio se había doblegado ante la invasión y había reconocido sus tradiciones religiosas. Sin embargo, escondidos por los templos se guardaron como un tesoro sagrado: las ciencias, las tradiciones y la antigua y pura religión egipcia, con la esperanza de una restauración de la dinastía nacional.
EL GRAN MAESTRO DE LA INICIACIÓN ANTIGUA
La iniciación antigua reposaba sobre una concepción del hombre más sana y más elevada que la nuestra. Nosotros hemos disociado la educación del cuerpo, de la mente, del espíritu y del alma y podemos afirmar que los verdaderos buscadores de conocimiento, los que se convirtieron en sacerdotes e iniciados, buscaron el desarrollo espiritual hasta alcanzar la Conciencia del Alma (que significa el conocimiento consciente y Cósmico de la Naturaleza DIVINA del Alma).
En la iniciación, el hierofante se acercaba al recién llegado y le formulaba un breve y penetrante examen, en el que era aceptado o no para traspasar la puerta del templo. Este tenía dos columnas: la roja significaba la ascensión del espíritu de la Luz de Osiris; la negra representaba su cautiverio en la materia y esa caída podía conducirlo al aniquilamiento. Para el que abordara la doctrina secreta, había dos caminos, nada más, la locura y la muerte para el débil, la vida y la inmortalidad para el fuerte y justo.
Llegada la noche, dos asistentes conducían al aspirante al portal del Santuario oculto y lo introducían en una galería aterradora con estatuas de hombres con cabezas de animales, iluminada por la luz de una antorcha. Al final de este corredor debía entrar sin pronunciar palabra, por un agujero en la pared delante de él (aún tenía tiempo el estudiante de retornar, porque una vez cerrada la puerta del templo, debería continuar inexorablemente). Este era tan bajo que solo arrastrándose podía entran en él. Se le entregaba una muy pequeña antorcha y se lo dejaba solo. Arrodillado, avanzaba por el corredor mientras escuchaba desde el fondo del subterráneo una tétrica voz que decía: “Aquí perecen los locos que han codiciado la ciencia y el poder”.
En su marcha notaba que el corredor se ensanchaba, pero descendía en pendiente cada vez más rápida, que terminaba en un embudo que desembocaba en una noche horrorosa. En su desesperación, el estudiante percibía una grieta a su izquierda, extendía su lámpara y veía una escalera que subía en espiral en la roca, era la salvación del abismo. Finalmente se encontraba frente a una reja de bronce que daba a una ancha galería sostenida por hermosas cariátides, en los laterales estaban grabados y pintados innumerables símbolos.
Un mago llamado PASTAFORO, guardián de los símbolos sagrados le abría la reja y lo felicitaba por haber atravesado con fortuna la primera prueba y le explicaba los símbolos.
Los 22 símbolos representaban los primeros 22 de los 78 arcanos y constituían el alfabeto de la ciencia oculta, es decir los principios absolutos, los cuales eran las condiciones del Mago, la Sacerdotisa y el Jereca, el Triunfo, la Justicia, el Apostolado, la Inmortalidad, la Inspiración, la Resurrección, el Regreso, etc. eran las claves universales que, se convertirían en la fuente de toda sabiduría y poder. Cada letra y cada número expresan en esa lengua, una ley ternaria que tiene repercusión en el mundo divino, en el mundo intelectual y en el mundo físico.
Así como la “A” corresponde a la letra Nº 1, representada en el mundo divino al Ser Absoluto, de donde emanan todos los seres, en el mundo intelectual la unidad, fuente de síntesis de los números, en el mundo físico el hombre, cumbre de los seres relativos, que por la expansión de sus facultades se eleva en las esferas concéntricas de lo infinito.
Las explicaciones del mago seguían y a su término venían la prueba de fuego, que significaba la muerte del novicio. Una vez que reunía todo su valor y se decidía a atravesar el horno, advertía que era solo una ilusión óptica. Luego venía la prueba del agua y de la liberación de los sentidos. Si no lograba la altura del Espíritu y del Conocimiento adecuados, cayendo en el abismo de la materia, salvaba la vida, pero perdía la libertad, quedando como esclavo del templo. Si, por el contrario, el aspirante había vencido, doce neócoros provistos de antorchas venían a rodearlo para conducirlo triunfalmente hasta el Santuario de ISIS, donde los magos alineados en semicírculo y vestidos de blanco, lo esperaban en la asamblea planetaria.
Y, sin embargo, apenas estaba admitido en su umbral, porque ahora comenzaban largos años de estudio y aprendizaje.
Estos pocos elegidos, estos escasos, que contaban con una moral suficientemente alta como para alcanzar ser admitidos, tenían una fuente de sabiduría encarnada por un “Maestro de maestros”: HERMES, contemporáneo de Abraham, primer patriarca bíblico, hacia 1990 a.C. Este Gran Iniciado que, según “El Kybalión” vivió 300 años y tuvo en Hermes su última encarnación en la Tierra. A su muerte fue elevado a la categoría de Dios, bajo el nombre de THOT. “Señor de las letras, las artes y las ciencias…, enseñando a los hombres la escritura y la división del tiempo y revelándoles los misterios cifrados en las medidas. Fue llamado ‘DOS VECES GRANDE’ por los primitivos egipcios, en razón de que sus enseñanzas se referían a dos mundos –el oculto y el manifestado–, Hermes Trismegisto, ‘EL TRES VECES GRANDE’ por los comunicadores de su obra, en razón que esas enseñanzas se relacionan con los tres planos en que se mueve el pensamiento del hombre y éste identifica y expresa cuanto su naturaleza es capaz de percibir y discernir.
Su nombre es genérico y designa a la vez un hombre, una casta y un dios. Como hombre es el primero, el gran iniciador de Egipto; como casta es el sacerdocio, depositario de las tradiciones ocultas; como dios, el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a la categoría de “Iniciadores Divinos”.
Hermes, el aludido personaje divino e histórico egipcio, fue más bien legendario en Grecia y en Roma. En la mitología Helénica fue uno de los doce (12) dioses mayores, hijo de Zeus o Júpiter y la ninfa Maya, una de las siete Pléyades o siete hijas del Dios Atlas. Fue conocido con el nombre de Mercurio. Luego de nacer en el monte CILENO en Arcadia, fue criado y educado por las CUATRO ESTACIONES DEL AÑO, las que derramaron sobre él los dones de sus mejores primicias: la Primavera le dio su florida y convincente elocuencia; el Verano, su potencialidad fecundante; el Otoño, la madurez de sus reflexiones y su experiencia y el Invierno su rigor y frialdad.
Para los griegos, Hermes o Mercurio, es un INVENTOR. Se le atribuían las invenciones del fuego, de las letras, de los números, de la música y de los ejercicios gimnásticos. Hermes era el Heraldo, mensajero de los dioses y conductor de las almas a su último destino. Era el dios pastor, protector de los caminos, del comercio y bienhechor de la humanidad.
A pesar de las variantes introducidas por los griegos y romanos respecto a la naturaleza oculta de Hermes Trismegisto, las más acertadas informaciones nos las han dado las Escuelas de Sabiduría del Antiguo Egipto, aquellas escuelas que aún existen y las obras literarias que atravesaron triunfantes la historia hasta el día de hoy.
Kircher afirma que muchos de los fragmentos de las obras de Hermes eran pergaminos salvados de la maravillosa biblioteca de Alejandría, destruida por romanos y por árabes. Aquella maravilla fundada por Tolomeo Filadelfo, poseía, según Josefo y Estrabón, CIEN MIL volúmenes, sin contar otras tantas copias manuscritas de los antiguos pergaminos caldeos, fenicios y persas.
Los egipcios atribuían a Hermes 42 libros sobre ciencias ocultas, y el libro griego conocido con su mismo nombre, encierra, efectivamente, relatos alternados, que es como el “fiat lux” de donde recibieron Moisés y Orfeo sus primeros rayos. En la actualidad nos es dable encontrar algunos libros valiosos de filosofía hermética, pero la mayor parte de ellos se ha perdido, en una época en que las persecuciones a los teólogos de Edad Media, eran a sangre y fuego, a ultranza, contra la doctrina secreta.
Según cita clemente de Alejandría, los 42 libros sagrados de los egipcios eran una parte de los libros de Hermes. Clemente y Abamón le atribuyen 1.220 libros a Hermes y Mametón le atribuye 36.000.
Las primeras obras herméticas, según Bunsen y Diógenes Laercio, durante decenas de miles de años atrás culminando la cumbre de su obra con la aparición física de Hermes, de 300 años de duración, 19 siglos antes de Cristo.
Todo esto y la extraordinaria importancia que la sabiduría ocultista de Hermes ha tenido siempre en la actualidad, pasando por las derivaciones herméticas del medioevo de la Cábala, la Astrología y la Alquimia, y la aplicación en el día de hoy por parte de los esotéricos y espiritualistas de los Principios Básicos de su Doctrina, hacen pensar seriamente en la magnitud y jerarquía espiritual de este Gran Iniciado y Maestro, llamado Hermes Trismegisto.
En reconocimiento a su sabiduría legada a los hombres de todos los tiempos, estudiaremos brevemente el significado de las Siete Leyendas o Principios Universales del Hermetismo.
1º. EL PRINCIPIO DE MENTALISMO.
Dice el Kybalión: “EL TODO es mente; el universo es mental”.
Este aforismo se refiere a que todo cuanto existe, visible o invisible, es una creación mental del Todo, en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Como toda la materia en sus distintos estados, es ENERGIA, y la energía esta controlada por la mente, por lo tanto la materia también lo esta y es entonces mental.
Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto preocupan al ser humano y que sin esta explicación son incomprensibles y desafían toda hipótesis científica. La comprensión de este principio hermético del mentalismo habilita al individuo para realizar y conocer la ley que rige al Universo Mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de metafísica puede emplear conscientemente las leyes mentales, usándolas a su favor en lugar de ser usado por ellas.
Cuando pensamos, de nosotros emana una corriente energética, similar a un rayo de luz que llega hasta el alma de las demás personas, ejerciendo sobre ellas su influencia, aún si los individuos están separados por largas distancias.
El Pensamiento Primero nace en la Consciencia Divina y luego va descendiendo todos los planos y jerarquías hasta llegar a nosotros y toma forma en nuestras mentes o conciencias. Las formas mentales se llaman EGREGORES y estos tendrán polaridad positiva o negativa. El uso consciente y correcto de esta Ley nos abre las puertas hacia el dominio de la vida.

2º. EL PRINCIPIO DE LA CORRESPONDENCIA.

Dice el Kybalión: “Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”.
Esta ley encierra la verdad de que entre los diferentes planos en que se manifiesta la vida existe una concordancia o correspondencia que los unifica. Este principio es de aplicación universal, por lo tanto es válido para los planos mental, material y espiritual del Cosmos.
Estos planos existen según la vibración. El plano material es de menor grado de vibración; el espiritual es de mayor grado. O sea, que lo que está abajo es como lo de arriba, solo que tienen distintos grados. Con el concepto de grado vibratorio aparece el concepto de las dimensiones. La 3ª dimensión es en la que nosotros nos movemos físicamente. Luego aparecen a mayor grado de vibración, la 4ª y la 5ª dimensión, etc.
Así el concepto de riqueza o pobreza, por ejemplo en el plano físico, tendrá su correspondencia en el plano mental y en el plano espiritual.
Es, en realidad, uno de los principios más importantes para el auxilio de la mente, pues gracias a ella, pueden comprenderse y verse lo que se oculta a nuestra vista en otros planos o dimensiones.
3º. EL PRINCIPIO DE VIBRACION.
Dice el Kybalión: “Nada está inmóvil, todo se mueve; todo vibra”.
Todo lo que existe, visible o invisible, que está en movimiento o en reposo aparente, se mueve, y cada partícula que lo compone, esta dotada de cinética o movimiento oscilatorio, vibratorio. Según el grado de vibración de la materia esta será más densa o más sutil. Lo que no vibra no existe. Si la materia no vibrara, dejaría de existir, y esto no es posible, pues a lo sumo puede transformarse, Dios es vibración, altísima, infinita. La más grosera forma material es vibración, pero en bajo grado. El espíritu es materia en alto grado vibratorio. O sea, que este principio nos ayuda a diferenciar las distintas manifestaciones de la Naturaleza, del Cosmos: Dios, espíritu, mente, materia física, etc.
4º. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD.
Dice el Kybalión: “todo es doble, todo tiene dos polos; todo tiene su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en la naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse”.
Este principio expresa que todas las cosas manifestadas poseen dos aspectos, dos polos. Estos dos polos son un par de opuestos con innumerables grados intermedios entre ambos extremos. Este principio explica que lo que separa a cosas diametralmente opuestas, frío - calor, claro - oscuro, positivo - negativo, alto - bajo, bueno - malo, etc., es solamente cuestión de grados y se afirma que todo par de opuestos puede reconciliarse mediante la aplicación de este Principio.

5º. EL PRINCIPIO DEL RITMO.

Dice el Kybalión: “Todo fluye y refluye, todo tiene sus periodos de avance y de retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su hacia la derecha es la misma que la de su izquierda; el ritmo es la compensación”.
El universo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta, de flujo reflujo; hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, un ascenso y un descenso. O sea que el movimiento va regulado por el ritmo. Tenemos como ejemplos en la Tierra, las mareas, ellas a cierta hora suben y con un ritmo a otras que bajan. Otro ejemplo lo constituyen las estaciones: al Invierno lo compensa la Primavera, al Verano, el Otoño.
Esta Ley se manifiesta en la Creación y Destrucción de los mundos, en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las cosas y en los estados mentales del hombre.

6º. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO.
Dice el Kybalión: “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley. La suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley”.
Nada sucede porque sí o por azar, la casualidad no existe, esta es una palabra vacía, no tiene sentido, la verdadera palabra es CAUSALIDAD. Vivimos en un universo causal, un Universo que es el efecto visible y al mismo tiempo tangible ya que estamos palpando sus efectos. Esto es la “Primera Causa Única”, lo que comúnmente llamamos DIOS. Él es la Primera Causa. El NO es efecto de otra causa.
Toda causa origina un efecto, este efecto a su vez se transforma en causa, que produce a su vez otro efecto y bajo este principio de CAUSA Y EFECTO se desarrolla y funciona todo el Universo. Dar para recibir. Solo recibimos aquello que es similar a lo que dimos, por acción y reacción, por causa y efecto.

7º. EL PRINCIPIO DE GENERACION.

Dice el Kybalión: “la Generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la Generación se manifiesta en todos los planos”.
El género se encuentra presente en todo. La palabra género deriva del latín GENER que significa “generar”, “concebir”, “procrear”, nada puede existir sin que el Principio de Generación esté presente, esto es que este presente el PRINCIPIO PADRE-MADRE. No es lo que corrientemente se llama “sexo”. La palabra sexo se aplica en el Reino Animal a las diferencias físicas que existen entre el macho y la hembra en un pequeño sector del cuerpo físico.
El Principio de Generación esta presente en la Naturaleza de Dios, pues El no solo es Dios Padre, sino también tiene un doble aspecto: DIOS-MADRE-PADRE. Al invocar a Dios Padre se invoca a DIOS-INTELIGENCIA, a DIOS-JUSTICIA. Al invocar a DIOS-MADRE, se invoca a DIOS-AMOR, a DIOS-MISERICORDIA. De la unión de DIOS-PADRE y DIOS-MADRE surge como producto TODA la CREACIÓN.
Aquí culmina la exposición del significado de las Siete Leyes Universales, que constituyes el fundamento de la Filosofía o Doctrina Hermética.
Dice el Kybalión: “los Principios de la Verdad son Siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica, ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par”.
Y esto es muy cierto.
Llamamos Ley Universal a aquella que tiene validez absoluta en todo momento y lugar. Efectivamente, en cualquier rincón del Universo o en todas las Eras o épocas que ha atravesado la Tierra, las escuelas de ocultismo, han puesto en práctica y enseñado el contenido profundo de las Siete Leyes o Principios Herméticos que hemos visto.
LA CONEXIÓN ANUNNAKI
“Los dioses habían estrechado las manos,
habían repartido suertes y habían hecho las divisiones.
Entonces, Anu subió al Cielo;
a Enlil, la Tierra se le sometió.
Los mares, rodeados como con un lazo,
se le dieron a Enki, el Príncipe de la Tierra.”
Tablillas sumerias.
"Un animal con razón. Tenía todo el cuerpo de un pez. Su voz, y también su lenguaje, era humana y articulada (...) Durante el día este ser acostumbraba conversar con el hombre, más no se alimentaba en aquella estación del año. Y les dio entendimiento en letras, en las ciencias y todas formas de arte.
(...) Cuando el Sol se ponía, este ser acostumbraba a sumergirse de nuevo en el mar y pasar la noche en sus profundidades, pues él era anfibio. Después de eso, aparecieron allí otros animales como Oannes".
Berossus, sacerdote de Baal.
Desde tiempos remotos, el hombre sabía que sus creadores habían llegado de los cielos (los llamaban anunnaki, literalmente “aquellos que del cielo a la tierra vinieron”). Su verdadero hogar estaba en los cielos; el hombre siempre lo supo: “Padre nuestro que estas en los cielos”. El hombre y sus Dioses se encontraban en los templos, y a los conocimientos, rituales y creencias resultantes se les llamo RELIGIÓN.
En tiempos antiguos, la astronomía y la religión iban unidas: los sacerdotes eran astrónomos y los astrónomos eran sacerdotes. Cuando Yahvé hizo su alianza con Abraham, le dijo que saliera y echara un vistazo al cielo, y que intentara contar las estrellas. Había algo más que una estratagema en todo esto, pues el padre de Abraham, Teraj, había sido un sacerdote en Nippur y por tanto sabía de astronomía.
Según las crónicas sumerias más remotas era en el templo de Enki, donde él, como custodio de los secretos de todos los conocimientos científicos guardaba los ME, unos objetos en forma de tablillas sobre las cuales se anotaban los datos científicos. A estos ME los podría comparar con los discos de memoria de los ordenadores.
También planteamos la siguiente pregunta: ¿aquellos sacerdotes-astrónomos, observaban el cielo a simple vista, o disponían de instrumentos para determinar los momentos de las apariciones?. La respuesta nos la dan las representaciones en cuyas terrazas de los templos se ven partes con objetos circulares en su extremo (¿Telescopios?).
En el libro de Enoch, fue el arcángel Uriel el que le mostró a éste los secretos del Sol (solsticios y equinoccios, 6 pórticos en total). Las leyes de la Luna (incluida la intercalación) y las 12 constelaciones de las estrellas y al final le entrego las “tablillas celestes”, dándole instrucciones para que las estudiara con detenimiento y anotara de cada hecho individual de ellas”.
Las primeras pirámides egipcias (la Gran Pirámide y sus dos compañeras de Gizeh), las construyeron los mismos anunnaki (leer el libro Escalera al Cielo). Fueron ellos los que diseñaron la cubierta de piedras brillantes sobre lo que en realidad eran pirámides escalonadas, dándole así sus famosos lados lisos. Y precisamente el templo que encargara hacer Ninurta (hijo de Enlil) en Lagash, hacia las mismas fechas en que Stonehenge se transformara en un verdadero circulo de piedras, encargara recubrir el templo con piedras brillantes como las egipcias. Esta es la pista más importante para la resolución el enigma de Stonehenge.
Este inesperado vinculo con Egipto, no fue más que uno entre muchos. El templo de Lagash se basaba en información que le había proporcionado Nisaba, “a la que se le enseño el plano del templo de Enki”, en “la casa del Aprendizaje”. Indudablemente una academia que se encontraba en alguno de los centros de Enki; y habrá que recordar que Egipto pertenecía a los dominios que le habían correspondido a Enki y a sus descendientes cuando se dividió la Tierra.
En los himnos sumerios, se habla de la gran sabiduría y de los grandes conocimientos científicos de Nisaba, afirmando que fue “perfeccionada con los 50 grandes ME’s”, esas enigmáticas “formulas divinas”. Asimismo se menciona a Enki como:
"Fue él, el que abrió la Casa de la Enseñanza para Nisaba,
Fue él, el que puso la Tablilla de lapislázuli sobre sus rodillas,
Para tomar consejo de la sagrada tablilla de las Estrellas Celestes".
Seshat o Sesheta.Una de las declaraciones más extrañas que se hiciera sobre Nisaba es que se la describía con la imagen de un Zigurat sobre su cabeza. El tocado de las deidades Mesopotámicas se caracterizaban por sus cuernos; el que un Dios o una Diosa llevara sobre su cabeza la imagen de un templo nos parece inaudito. Pero al ver la imagen sobre una tablilla de Nisaba, vemos que no lleva una pirámide escalonada sobre su cabeza, sino una pirámide de lados lisos, ¡como las Egipcias!. Además esta costumbre de llevar imágenes sobre la cabeza era Egipcia y se aplicaba especialmente a las Diosas (como Isis y Neftis). Vemos aquí la gran similitud entre Nisaba y Sesheta, la ayudante de Thot en Egipto. Nisaba tenía los atributos de “Diosa de las artes de la escritura y la ciencia”. Nisaba tenía el “estilo de los 7 números”; Sesheta también estaba relacionada con el numero 7, pues uno de sus epítetos era “Sesheta significa 7” y su nombre se escribía jeroglíficamente con el signo del 7 situado por encima de un arco. Se la representaba con la imagen de un edificio con dos torres gemelas sobre su cabeza, por encima del símbolo identificador de la estrella de 7 puntas y el arco en forma de luna. (Cabe aclarar que la estrella de 7 puntas estaba relacionada con el 7º planeta, la Tierra, en el panteón Sumerio, pues viajando desde el espacio exterior la Tierra ocupa el 7º lugar).
Sesheta era “la hija del cielo”. Cronóloga y cronografa, y, como Nisaba, fijaba la fecha astronómica requerida para los constructores reales de los templos.
En la construcción de este templo en Lagash vemos una cooperación bastante inusual entre los arquitectos divinos Sumerios y Egipcios, pero siempre con la estrecha relación calendárica un regalo que los divinos guardianes de los secretos le hicieron a la humanidad.
Lo sorprendente de este templo es que Gudea (su constructor), utilizo siete pilares de piedra y los ubico en forma circular. ¿Un Stonehenge en el antiguo Sumer, hace más de 5000 años?.
Uno se pregunta si este círculo de 7 piedras no presagiaran de algún modo la introducción de la semana de siete días, una división del tiempo que hasta el día de hoy su origen sigue siendo incierto. Recordemos la semana bíblica que totalizaba 7 al añadir a los 6 días de la creación, el día final de descanso. Pero, ¿de donde vino la idea del círculo como forma adecuada para las observaciones astronómicas?. Entendemos que esto relaciona con la rueda del Zodíaco, el círculo de las 12 constelaciones que se agrupan alrededor del Sol en el plano orbital de los planetas en la Elíptica.
A pesar de los hechos ha prevalecido la idea de que fueron los Griegos los que diseñaron el concepto, los nombres y los símbolos del Zodíaco, debido a que la palabra es de origen griego y significaba círculos de animales.
Se acepta que la inspiración les pudo llegar de Egipto, en donde ya se conocía el Zodíaco con los mismos símbolos, ordenes y nombres. Sin embargo, el Zodíaco no tuvo sus orígenes allí...
Los arqueólogos han descubierto en Babilonia tablillas astronómicas en donde se ven claramente 12 apartados, cada uno de ellos con el símbolo del Zodíaco pertinente. Gráficamente los símbolos celestes se grababan en la piedra dentro de un círculo celestial, donde lo atravesaba una serpiente ondulante, representando a la Vía Láctea.
Cuando se dio inicio al calendario en Nippur, hacia el 3800 a.C., en la era de Tauro, se analizaron las evidencias graficas sumerias y se llego a la conclusión de que las numerosas representaciones en las que un toro acomete a un león o un león domina a unos toros, con imágenes de la época zodiacal en la que el equinoccio de primavera, estaba en la constelación de Tauro y el solsticio de verano tenía lugar en el signo de Leo.
Zodíaco egipcio, encontrado en Dendera.Se encontraron evidencias textuales de que el punto cero zodiacal-calendárico sumerio se encontraba exactamente entre el Toro y los gemelos (Géminis), de donde se concluyo que la división zodiacal de los cielos había sido trazada, inexplicablemente, incluso antes de que naciera la civilización sumeria, en la era de Géminis. Para los expertos, aún ha resultado más desconcertante una tablilla astronómica sumeria (VAT.7847), que comienza la lista de constelaciones zodiacales con la constelación de Leo, lo que nos llevaría al 11000 a.C., justo por la época del Diluvio.
Uno de los descubrimientos más impresionantes de los que actualmente adornan las colecciones asirias y babilónicas de los más importantes museos del mundo, son los colosales animales de piedra, con cuerpo de Toro o de León y cabezas de Dioses con tocados con cuernos, que se erigían como guardianes en las entradas de los templos. Podemos suponer, entonces, que estas “criaturas míticas”, traducían en esculturas pétreas el motivo de Toro-León del que hemos hablado antes, invocando para los templos la magia de un tiempo celeste antiquísimo y a los Dioses asociados con sus pasadas Eras Zodiacales.
Para los arqueólogos que no creían en absoluto que en el antiguo sumer se pudieran conocer las esfinges, se descubrió entre las ruinas de Lagash, una estatua del mismo Ninurta en la que se representaba como una enorme esfinge.
Para dar una explicación a todas estas similitudes, tendremos que poner nuestra atención en el Arquitecto Divino, el Guardián de los Secretos de las Pirámides, el Dios Egipcio Tehuti, aquel al que hemos llamado THOT.
De Thot se dice en los textos de las pirámides: “El que calcula los cielos, el que cuenta las estrellas y mide la Tierra, el inventor de las artes y las ciencias, escriba de los Dioses, aquel que hizo los cálculos relativos a los cielos, las estrellas y la Tierra” (¿Recuerdan la cita de Oannes, que se encuentra unos párrafos atrás?..). Como “calculador de tiempo y estaciones”, se le representaba con un símbolo que combinaba el disco solar y el creciente lunar sobre su cabeza, además se decía de Thot que con sus conocimientos y sus poderes de calculo “media los cielos y proyectaba la Tierra”.
Se suele explicar que su nombre jeroglífico Tehuti (Dyehuty), significaba “aquel que equilibra”, o el “Dios del equilibrio” y consideraban sus representaciones como “señor de la balanza”, para indicar que estaba relacionado con los equinoccios, momentos en que el día y la noche están equilibrados.
Si seguimos las huellas de Thot, nos encontraremos con unos relatos concernientes al calendario que apartaran el velo de los asuntos de los Dioses y hombres, así como de enigmas como el de Stonehenge.
La historia del calendario es una historia de ingenio, de una sofisticada combinación de astronomía y matemáticas. Pero es también, una historia de conflictos, de fervor religioso y de luchas por la supremacía.
La idea de que el calendario fue diseñado por y para los agricultores con el fin de saber cuando hacer la cosecha se ha dado por sentada durante mucho tiempo, pero falla tanto en lógica como en los hechos. Los agricultores no necesitan un calendario formal para conocer las estaciones, las sociedades primitivas se las ingeniaban para alimentarse durante generaciones sin necesidad de un calendario. El hecho histórico es que el calendario se diseño para determinar de antemano el momento preciso de las festividades en las que se honraba a los Dioses. En otras palabras, el calendario era un instrumento religioso. Los primeros nombres por los que se denomino a los meses en sumer tenían el prefijo ESSEN, y esta palabra no significaba “mes”, significaba “festividad”. Tenemos hoy en día un ejemplo de esto en el calendario cristiano. Su principal festividad y punto focal que determina el resto del calendario anual es la semana santa, la celebración de la resurrección de Jesús, tres días después de la Luna llena que tenga lugar en el equinoccio de primavera o justo después de éste. Pero durante los primeros siglos del cristianismo, se celebraba de acuerdo con el calendario judío. Esta dependencia se corto con el emperador Constantino en el Concilio de Nicea, en el año 325 d.C.
La historia del calendario Romano-Cristiano, ilustra algunos de los problemas inherentes al imperfecto encaje entre el tiempo solar y el lunar y la resultante necesidad, a lo largo de los milenios, de hacer reformas en el calendario y las subsiguientes nociones de una renovación constante de Eras.
El actual calendario lo introdujo el Papa Gregorio XIII en 1582, de ahí el nombre de Gregoriano, y constituyo una reforma al anterior calendario, el Juliano, llamado así por Julio César. El calendario Gregoriano tuvo la particularidad de que para el año 1582, la primavera empezó el 11 de Marzo en vez del 21, debido al desfasaje que traía el calendario Juliano, por lo que el Papa Gregorio XIII decreto el 4 de Octubre, que ese día fuera el 15 de Octubre. Además tuvo la innovación en el decreto de que el año comenzara el 1º de Enero.
Los Egipcios no tenían un calendario sino dos. El primero, con raíces en tiempos prehistóricos se basaba en la Luna. El segundo, introducido varios años después del inicio del reinado faraónico, se basaba en los 365 días del año solar. El primero fue obra de Thot y el segundo fue obra de Ra. Ambos eran hijos de Ptah (ENKI).
Uno de los aspectos del calendario civil que se tiene por específico y original fue la división de los meses de 30 días en “decanatos”, períodos de 10 días anunciados por la salida heliaca de determinada estrella. Nosotros creemos que la introducción del calendario solar, fue un acto deliberado de Ra para buscar pelea con su hermano Thot.
Ambos eran hijos de ENKI, el gran científico de los anunnaki, y se puede suponer sin riesgo a equivocarse, que gran parte de sus conocimientos lo habían recibido de su padre. Esto se afirma con toda claridad en un texto Mesopotámico. Ambos eran espléndidos arquitectos, según las tablillas, pero Ra/Marduk se quedo atrás en cuanto a la Medicina con respecto a su hermano. ¿No habrá habido algo de celos hacia Thot en cuanto a los conocimientos que su padre le había enseñado a uno y a otro?. Ra no podía devolver a la vida a los muertos, pero Thot si. De los poderes de este nos enteramos tanto por fuentes sumerias como egipcias. En las representaciones sumerias se los muestra con el emblema de las serpientes entrelazadas, un emblema original de ENKI, por sus trabajos de Ingeniería Genética. (El emblema sugiere la doble hélice del ADN).
En la leyenda de Horus, Thot fue el que lo volvió a la vida, después que lo matara un escorpión, y no Ra.
Los egipcios sostenían que la totalidad de los versículos del Libro de los Muertos eran originales de Thot, “escritos con sus propios dedos”. Estos poderes de volver a la vida, según las fuentes sumerias, la poseyó en primer lugar ENKI.
Evidentemente este secreto no se lo contó a Ra/Marduk, y cuando este llegó hasta su padre quejándose, se le dio una respuesta evasiva, según una tablilla sumeria. Esto pudo haber sido suficiente para que el ambicioso Ra/Marduk sintiera celos por Thot.
Ra por otra parte, un Dios “Solar”, estaba relacionado con el numero 10. En la jerarquía de los anunnaki, en la cual el rango de ANU era el más alto, 60; el de Enlil (su hijo legítimo y hermano de Enki), el 50; y el de Enki el 40; el rango de Ra/Marduk era el de 10, y quizás, esta fuera el origen de los decanatos.
Sorprende de que en el Enuma Elish se le atribuya a Marduk la invención del calendario. La Epopeya de la Creación, sabemos que es un relato Babilónico con fuentes sumerias anteriores, donde en el texto original figuraba Enlil como Dios Supremo y no Marduk.
Aquí se le atribuye la división de los cielos en 36 partes para definir los días del año. Esta es la referencia más clara posible al calendario, un calendario de 36 decanatos. Pero estos 36 decanatos no aparecen en el primer calendario Egipcio, sino el de 52 semanas de 7 días. Este último, el más antiguo, se vinculó a la Luna, formulado por Thot. El primero, el más nuevo, se vinculo al Sol, formulado por Ra/Marduk.
Lo cierto es que cuando llego el momento, hacia el 3800 a.C., de extender el nivel de civilización de los sumerios a los egipcios, Ra/Marduk, tras ver frustrados sus esfuerzos por establecer la supremacía en Babilonia, volvió a Egipto y expulso a Thot. Fue entonces, cuando Ra/Marduk reformo el calendario, como esfuerzo por erradicar los últimos vestigios de Thot, no como conveniencia administrativa.
En un pasaje del Libro de los Muertos se cuenta que Thot “fue provocado por sus adversarios, trayendo los años a confusión, amontonando y apretando para trastornar los meses”. Todo esto bien puede indicar que las pugnas que llevaron a la sustitución del calendario de Thot por el de Ra en Egipto, tuvieron lugar cuando hubo que atrasar el calendario para ponerlo en su sitio. Este cambio tuvo lugar cuando Sirio volvió a su posición original, tras al ciclo de 1.460 años, el 19 de Julio de 2776 a.C. Y habría que decir que esa fecha, hacia el 2800 a.C., es la fecha oficial adoptada por los especialistas, con motivo de la iniciación de Stonehenge.
En la antigüedad se hicieron muchos calendarios de piedra, como se evidencia en Stonehenge, o en el calendario Azteca en México, como varios en Egipto, pues creemos que el genio que había detrás de todos estos calendarios de piedra tan difundidos por la Tierra, era uno y el mismo Dios: THOT, también llamado Viracocha en América del Sur y Quetzalcoatl en Centroamérica.
La puerta del Sol, en Bolivia, por ejemplo, representado a este Dios, las tallas en ésta representan un calendario de 12 meses que comenzaba con el día del equinoccio de primavera del hemisferio sur (Septiembre), pero los otros puntos del año solar (el equinoccio de otoño y los dos solsticios), también venían indicados por las posiciones y las formas de las imágenes más pequeñas.
Con la expulsión de Thot de Egipto, se inicio al colonización de América. En una de las tantas de leyendas de este continente, más precisamente la de Naymlap, se dice que él y su gente se adentraron en el continente, hasta donde hoy se encuentra Quito, la capital de Ecuador, y ahí construyeron dos templos, uno frente al otro: Uno dedicado al Sol y el otro a la Luna. Naymlap y su gente estaban familiarizados con el calendario y daban culto a un panteón de 12 Dioses.
Por lo que parece, en la zona de los Andes, el calendario y los conocimientos celestes asociados con él, siguieron las huellas de los mismos maestros que habían enseñado en Oriente Próximo.
Los pueblos de Meso América (Mayas, Aztecas, Toltecas, Olmecas y otras tribus conocidas) tenían tres calendarios. Dos de ellos eran cíclicos, medían los ciclos de Sol y la Luna y el de Venus. El otro era cronológico, y media el paso del tiempo desde determinado punto de arranque, el “punto cero”. Los expertos han determinado que este punto arranca hacia el 3113 a.C., fecha en la que arribo Thot con su grupo de ayudantes y seguidores. Thot creo dos nuevos calendarios cíclicos donde entre ellos encajaba la gran “Ronda Sagrada”, de 52 años solares.
Este gran ciclo de 52 años fue sagrado para todos los pueblos de Meso América, y lo relacionaron con el gran Dios Quetzalcoatl, que no era otro que el mismo Thot, además de identificarlos con la Serpiente Emplumada, símbolos típicos de la casa de Enki. Aquí se decía que había llegado a aquellas tierras desde más allá de los mares orientales, y que fue forzado al exilio por el Dios de la Guerra (Ra/Marduk), pero prometió volver en alguno de los ciclos sagrados de 52 años. En el calendario cristiano los años correspondientes fueron los de 1363, 1415, 1467 y 1519 d.C., y este último fue precisamente el año en que llego Hernán Cortes, de piel blanca y con barba, al igual que Quetzalcoatl, apareció en las costas de México; por este motivo los Aztecas consideraron su desembarco como el cumplimiento de la profecía del regreso del Dios. Pero esta es otra historia......
LOS INTERMINABLES CICLOS
Sabemos que nuestro planeta atraviesa sucesivamente Eras planetarias, que reciben los nombres correspondientes a los signos del Zodíaco. Los signos son doce y el Sol los recorre a todos en un período de tiempo aproximado de 25.925 años, los que divididos por doce (12), que son los signos, nos da el tiempo que invierte el Sol y sus planetas en recorrer cada una de las Eras. El resultado es aproximadamente 2.160 años.
Lo importante es saber que en cada cambio de Era se producen en el mundo grandes transformaciones religiosas y sociales.
La Era más antigua a la que los astrólogos hacen referencia es a la de TAURO, que va del 4380 hasta el 2220 a.C.; más atrás es difícil sondear en la noche de los tiempos. Según los expertos coincide esta Era con la época de adoración de Toro, del cual se encuentran huellas clarísimas en todas las antiguas civilizaciones, como en Egipto, en donde existía el culto al Buey APIS, surgido hacia el 4100 a.C.
El Toro era motivo de adoración también en Persia, Caldea, Asiria, Babilonia, Creta, etc. y hay infinidad de muestras arqueológicas que demuestran esto: cavernas-santuarios en España y el sudeste de Francia, por ejemplo.
Con el año 2220 el Sol sale de Tauro para ingresar en la Era de Aries, signo de fuego.
En Tauro la humanidad fue dominada por la idea de la soberanía de la fuerza, habiendo una civilización cuyas masas estaban destinadas a los duros trabajos y sufrir las molestias y presiones de las castas superiores. La Era de Aries, en cambio, trae a la luz la idea de un pueblo elegido, protegido por Dios, cuyo credo hace ver a la humanidad el concepto de justicia. En casi todos los pueblos aparece la imagen del CARNERO, que reemplaza a la del Toro. Marston, en su libro “Y la Biblia tenía razón” nos dice que Abraham nace durante el comienzo de esta Era, o sea. “Abraham” significa “Venido del Carnero” o “Hijo del Carnero”.
En Egipto, el faraón Amenemhat cambió el culto al Buey Apis por el culto al Carnero. (Ammón, alrededor del año 2000 a.C.)
Las tumbas de Ur en Caldea, pinturas en Creta y Esculturas asirias dan cuenta clara de este cambio en la representación de la divinidad que coincide con el cambio de Era.
La llegada de la Era siguiente, la de PISCIS, coincide con el nacimiento del cristianismo, en la Primavera del año UNO de nuestra Era. Se produce nuevamente una profunda transformación social. El Mesías escoge como símbolo el Pez, y los primeros cristianos usaban al Pez para reconocerse. Pedro, así como los demás apóstoles, era pescador, y el pez acostado se ve en innumerables pinturas de aquella época.
Así transcurre esta era del Pez, y llegan los primeros atisbos de la Era de ACUARIO, la que está naciendo y que nos tocará vivir muy pronto. El período de cambio dura alrededor de 200 años, es por esto que algunos expertos dicen que Acuario ya llegó en 1945 y durante 200 años se producirá el cambio, hasta que en el 2145 o 2150 este totalmente instaurada la Nueva Era de Acuario. Sobre este actual cambio, nos hablan las profecías del Viejo y el Nuevo Testamento, San Malaquías, Nostradamus, Juan XXIII, Benjamín Solari Parravicini, etc.
Esta Nueva Era a la que hacemos referencia, el Tercer Milenio que ya esta naciendo, será de gran prosperidad, de gran elevación espiritual, de inimaginable progreso, de solidaridad y unión mundial, de plena y total justicia social.
Por otra parte, el cuerpo físico, el etérico, el emocional y el mental, sufrirán grandes cambios. El cuerpo físico será más grande, más esbelto, más sano y mejor formado. La cabeza será más grande, los ojos más alargados y la boca más pequeña.
Las funciones glandulares cambiarán y despertarán cambios físicos y psíquicos. Despertará la glándula pineal o epífisis, aumentando la manifestación de la Consciencia del Alma. Este es el nacimiento de la SEXTA RAZA RAIZ. Sus integrantes tendrán la clarividencia y clariaudiencia mentales. Las emociones serán dominadas por el cuerpo mental superior. Los guerras terminarán, las enfermedades comenzarán a desaparecer porque la medicina conocerá las causas verdaderas de estas y no los efectos como ocurre en la actualidad. El hombre no necesitará del dolor y del sufrimiento, etapa que ya ha comenzado. Esto traerá tristeza, angustia, temor, duda, y no debemos dejarnos dominar por ellos; si debemos agradecer a DIOS y a los Maestros por esta gran oportunidad para evolucionar, pasar de la oscuridad a la luz, tener acceso a los planos superiores y unirnos con todos los hermanos, visibles e invisibles.
Esto permitirá descorrer el velo que oculta la Verdad, pues podrá penetrar en los mundos sutiles y el Hombre conocerá la Verdad que los hará LIBRES como profetizó el maestro Jesús hace 2000 años, y como también esta incluido en las enseñanzas ocultas del maestro Hermes Trismegisto. El respeto de los mandamientos divinos y el conocimiento de las Leyes y Principios Universales que anunció Hermes, harán de la vida del Hombre del Tercer Milenio, una expresión pura del Alma y de todas las riquezas del Espíritu, pues no habrá limitaciones para la Mente y para el físico.
La sabiduría que encerró siempre la Doctrina Hermética sólo estuvo al alcance de la comprensión de pocos, pues solo una evolución adecuada de la mente y del espíritu, hacía posible llegar a la esencia de esta profunda Filosofía.
Hermes Trismegisto fue una encarnación física de uno de los más destacados Instructores que nuestra humanidad ha tenido, su misión, como la de otros Avatares e iniciados, fue la de enseñar el desarrollo de la Mente, el Cuerpo y del Espíritu, para promover por el camino más corto el ascenso hacia DIOS.
Su conocimiento milenario atravesó las Eras para llegar más o menos oculto y velado a nuestros días, y está a punto de atravesar la barrera de Acuario, e ingresar a este nuevo mundo prometido, donde todos los sentidos internos del Hombre, más la ayuda de los Maestros Cósmicos, de los Hermanos Extraterrestres, de mayor evolución que la nuestra, y de toda la Jerarquía Blanca, harán posible la divulgación en todas las mentes de los hombres del Tercer Milenio, de la Nueva Era de Acuario, de los Conocimientos Eternos, de la Sabiduría de Grandes Maestros del Pasado, de Hoy y del Futuro, a quien la ignorancia del hombre de las Eras pasadas, ocultó, tergiversó y no permitió conocer; este Gran Maestro que fue conocido bajo distintas manifestaciones, como Hombre, como Sacerdote, como Divinidad, EL TRES VECES GRANDE, que hoy, en esta conferencia, vuelve a dar una mirada al mundo y a los hombres, para invitar a la Humanidad entera a preparar el Camino que nos llevará al Nuevo Reino, pero conociendo totalmente la infinita validez de los Principios Universales, nacidos en Dios y traídos al mundo por grandes seres, como HERMES TRISMEGISTO.

21 de enero de 2023

PARMÉNIDES


                                             El filósofo pre-socrático de la no-dualidad

Se puede decir que Parménides fue el primer filósofo en occidente que ha demostrado racional y lógicamente que la realidad es no-dual. En este estudio se analiza y comenta su única obra conocida.

Introducción

Parménides fue un filósofo griego presocrático que nació en el siglo VI a.C. en la ciudad de Elea. Se conoce una sola obra suya, en la que describe dos visiones de la realidad, por un lado, La Vía de la Verdad, en la que se describe la realidad desde su esencia, y por otro lado, La Vía de la Opinión, en el que describe la realidad desde su apariencia o según la «opinión de los mortales».En el presente estudio, se comentará La Vía de la Verdad, bajo la perspectiva de la filosofía no-dual y su relación con el Vedanta Advaita. En opinión del autor del presente estudio, esta obra de Parménides es posiblemente la mejor obra antigua sobre no-dualidad en occidente, principalmente por presentar una demostración lógica y racional de que la realidad es no-dual, siendo a la vez breve y contundente en su exposición. Esto habla de que el conocimiento de la verdad puede alcanzarse por el camino de la examinación minuciosa del Ser y que la no-dualidad es el entendimiento más consistente con la lógica y la razón.Advertencia: este no es un estudio académico ni técnico, sino más bien una interpretación libre, pero a la vez seria y consistente, de este importante texto. Al final de este artículo se citarán las traducciones utilizadas                              

                                      
    Texto y Comentarios
Y la diosa me recibió benévola, cogió mi mano derecha con la suya y me habló con estas palabras: "Oh joven, compañero de inmortales aurigas, que llegas a nuestra morada con las yeguas que te transportan, salve, pues no es mal hado el que te impulsó a seguir este camino, que está fuera del trillado sendero de los hombres, sino el derecho y la justicia. Es preciso que te aprendas todo, tanto el imperturbable corazón de la Verdad bien redonda, como las opiniones de los mortales, en las que no hay verdadera creencia. Sin embargo aprenderás también cómo lo que se cree debería ser aceptable, porque penetra totalmente todas las cosas.
La diosa, de quien no se da nombre, contrasta la Verdad (la realidad) con la Opinión (la apariencia, la ilusión). Es decir, la exposición que hará la diosa tendrá por objeto discriminar lo que es real de lo que es simplemente aparente. Sin embargo, también se observa que lo aparente no es nada aparte de lo real, pues lo real “penetra totalmente todas las cosas”. El sentido de esto último será aclarado más adelante.
Pues bien, yo te diré (y tú, tras oír mi relato, llévatelo contigo) las únicas vías de investigación pensables. La una, “lo que es” es y que le es imposible no ser, es el camino de la persuasión (porque acompaña a la Verdad); la otra, “lo que es”, no es y que le es necesario no ser, ésta, te lo aseguro, es una vía totalmente indiscernible; pues no podrías conocer “lo que no es” (es imposible) ni expresarlo.
Esta es, seguramente, la estrofa más importante de toda la obra. Se plantean dos caminos de investigación, como si toda la esencia de la Verdad se resumiera en ellos: 1) “lo que es”, es y le es imposible no ser y 2) “lo que es” no es y le es necesario no ser. Aquí se contrasta “lo que es” (el Ser, la Realidad, la Existencia) con “lo que no es” (el No-Ser, la Nada, la No-Existencia). El segundo camino de investigación debe ser descartado por ser en sí mismo contradictorio, ya que el Ser y el No-Ser no pueden coexistir. Es necesario admitir, para entender toda la obra, que solo el Ser es y no existe tal cosa como el No-Ser.                                
                                        
       Hasta aquí la diosa presenta, por así decirlo, tres "niveles" de existencia o realidad:
El Ser, que es la realidad pura y la existencia en sí.
La ilusión ("por la que los hombres ignorantes vagan, bicéfalos"), la cual no existe por sí misma sino que solo existe como Ser.
El No-Ser, que es total inexistencia y que por lo tanto puede ser descartada.
Por lo tanto, la visión clara de la verdad (en contraste con la ignorancia) es saber que solo el Ser existe y que todo lo conocido es el Ser, sin que haya nada aparte del Ser.
Pues nunca se probará que los no entes sean; mas tu aparta tu pensamiento de esta vía de investigación y no permitas que el hábito, hijo de la mucha experiencia, te obligue a dirigirte por este camino, forzándote a usar una mirada vacilante o un oído y una lengua plenos de sonido sin sentido, sino que juzga racionalmente la muy discutida refutación dicha por mí.
En todo el texto se utiliza la palabra "ente" como sinónimo de Ser o "lo que es". Así, una traducción alternativa sería: “nunca se probará que las cosas que no son, sean” o “nunca se probará que las cosas que no existen, existan”.
Todo lo dicho hasta aquí puede resumirse en lo siguiente: solo “lo que es” es y “lo que no es”, no es. Esto es evidente. Sin embargo, esto implica que toda la aparente multiplicidad de cosas no es otra cosa que Ser (lo que es) y por lo tanto no hay multiplicidad sino una única realidad no-dual. Esto no es lo que la experiencia habitual sugiere. Es por eso que se dice que “no permitas que el hábito, hijo de la mucha experiencia, te obligue a dirigirte por este camino”. Es decir, solo por el hábito, nacida de la observación superficial, se admite que la dualidad es real. Sin embargo, al observar la cuestión del Ser racionalmente, se llega a descubrir como falso todo lo sugerido por los sentidos y la mente (que dan testimonio sólo de lo aparente: la dualidad).
Se debe notar que se plantean dos formas de conocimiento. Por un lado, el conocimiento sugerido por la fuerza del hábito, fruto de las percepciones de los sentidos y las apreciaciones mentales, el cual no se reconoce como un conocimiento confiable, pues se basa en apariencias y opiniones; y, por el otro lado, el conocimiento sugerido por la razón (lógos), que reconoce al Ser como no-dual. Esta última vía de conocimiento es la confiable pues es fiel a la Verdad; es, por así decirlo, la razón más pura y la lógica más fundamental.
Se puede decir que la esencia de la práctica sugerida en esta obra es mantenerse en la razón (lógos), teniendo presente solo la no-dualidad del Ser, ignorando las sugerencias de los sentidos y la mente. Esto recuerda la cualidad de discriminación (Viveka) entre lo real y lo irreal, mencionado en el Vedanta Advaita, en especial por Adi Shankara.
Permanece aún una sola versión de una vía: que es. En ella hay muchos signos de que es ingénito e imperecedero, total, único en su género, así como inconmovible y completo.
Habiendo descartado “lo que no es” (el No-Ser) como inexistente, solo queda el Ser, sin ningún contrario u opuesto, o algo a lo que contrastarlo.
A continuación se dan algunas descripciones que hablan del Ser, que se obtienen de derivaciones lógicas partiendo de la premisa de que solo el Ser existe. Es ingénito e imperecedero pues no existe nada aparte del Ser desde el cual nacer ni al cual morir. Es total y completo pues no le puede faltar nada, ya que no hay nada aparte de sí. Es inconmovible e inmutable pues no hay nada aparte de sí al que pueda ir ni al que pueda transformarse.
Ni nunca fue ni será, puesto que es ahora, todo entero, uno, continuo. Pues ¿qué nacimiento podrías encontrarle? ¿cómo y de dónde se acreció? No te permitiré que digas ni pienses de "lo no ente", porque no es decible ni pensable lo que no es. Pues, ¿qué necesidad le habría impulsado a nacer después más bien que antes, si procediera de la nada?
“Ni en momento alguno era ni será, pues es ahora todo a la vez, uno, continuo”. Esto sugiere que el Ser no está condicionado por el tiempo, ya que es siempre ahora, inmutable. El Ser no llegó a ser, ya que no pudo haber surgido del No-Ser (o la Nada), pues “nada surge de la Nada”. Así, el Ser es lo único que existe ahora y lo que ha existido desde siempre, sin poder dejar de existir.                             
                                             
Por tanto, es necesario que sea completamente o no sea en absoluto. Ni la fuerza de la convicción permitirá jamás que de lo no-ente nazca algo además de ello. Por eso, la Justicia no afloja sus cadenas para permitir que nazca o que perezca, sino que las mantiene firmes; la decisión sobre estas cosas se basa en esto: es o no es. Pero se ha decidido, como es necesario, abandonar una vía por impensable y sin nombre (pues no es el verdadero camino) y que la otra es y es genuina.
El Ser no puede ser parcialmente: o bien es todo a la vez, o bien no es nada. Aquí el mismo dilema que al inicio de la obra. Pero es necesario admitir que solo hay Ser; Nada no hay.
Y ¿cómo podría “lo que es” ser en el futuro? ¿Cómo podría llegar a ser? Pues, si llegó a ser, no es, ni es si alguna vez va a llegar a ser. Por tanto, queda extinto el nacimiento, y la destrucción es inaudita.
De esta manera, debería ser evidente que el nacimiento y la muerte no son reales sino tan solo ilusorios. Es decir, lo que tiene un inicio no es real; asimismo, lo que tiene un final tampoco es real. El Ser no nace ni muere, es siempre ahora, inmutable.
Ni está dividido, pues es todo igual; ni hay más aquí, esto impediría que fuese continuo, ni menos allí, sino que está todo lleno de ente. Por tanto, es todo continuo, pues lo ente toca a lo ente.
El Ser es indivisible, un todo continuo y homogéneo. ¿Qué existe aparte del Ser que lo pueda dividir o interrumpir? Por lo tanto, la multiplicidad y la separación no son más que ilusiones.
Mas inmutable dentro de los límites de poderosas cadenas existe sin comienzo ni fin, puesto que el nacimiento y la destrucción han sido apartados muy lejos y la verdadera creencia los rechazó. Igual a sí mismo y en el mismo lugar está por sí mismo y así quedará firme donde está; pues la poderosa Necesidad lo mantiene dentro de las cadenas de un límite que por todas partes lo aprisiona. Por ello es correcto que lo que es no sea imperfecto; pues no es deficiente ―si lo fuera, sería deficiente en todo.
Como ya se ha dicho, el ser es inmutable, inmóvil, siempre sí mismo. La necesidad le fuerza que sea, sin poder dejar de ser. Sin embargo, este punto parece sugerir que el Ser es limitado o está condicionado a algo más. Pero esto no puede ser así. Aunque en este poema no se menciona explícitamente, el Ser debe necesariamente ser ilimitado e incondicionado, pues no hay nada aparte de sí que lo limite o condicione.
El Ser es necesariamente perfecto y completo pues si le falta el Ser, le faltaría todo y entonces no sería, lo cual es imposible.
Lo que puede pensarse es lo mismo que aquello por lo cual existe el pensamiento. En efecto, fuera del ente ―en el cual tiene consistencia lo dicho― no hallarás el ente. Pues no hay ni habrá nada ajeno aparte de lo que es; dado que el Hado lo encadenó para que fuera entero e inmutable.
Esto confirma lo que hemos dicho antes: que “el Ser es Consciencia”, ya que, ¿qué es “aquello por lo cual existe el pensamiento” sino la Consciencia? Es más, con este fragmento no sólo se identifica al Ser con la Consciencia sino que también se identifica “lo que puede pensarse” (todas las cosas de las que somos conscientes: todo lo observado y conocido) con la Consciencia misma, ya que nada existe fuera del Ser-Consciencia. Es decir, la Consciencia es aquello por el cual existe el pensamiento y los pensamientos (las manifestaciones de la Consciencia) no son nada aparte de la Consciencia. Otra forma de decir lo mismo es que la Consciencia es Consciencia tanto si se manifiesta en pensamientos como si permanece inmanifestada (sin pensamientos).
En consecuencia, ha recibido todos los nombres que los mortales, convencidos de que eran verdaderos, le impusieron: nacer y perecer, ser y no ser, cambio de lugar y alteración del color resplandeciente.
El ser humano normal considera real a todo aquello que percibe por los sentidos y la mente, que no perciben más que las apariencias. En apariencia todo nace, todo perece, todo se mueve, todo cambia. La realidad subyacente a las apariencias, y el origen mismo de dichas apariencias, no es percibida por el común de las personas, de modo que la convención es creer en la opinión de que no existe nada aparte de lo aparente: la dualidad o multiplicidad. Sin embargo, la realidad, el Ser, es no-dual, sin nacimiento, sin muerte, sin cambio, sin límites.
En términos del Vedanta Advaita, los mortales solo perciben el aspecto no esencial del Ser: Nama-Rupa, nombre y forma, creyendo que eso es todo, sin darse cuenta, por ejercicio de la discriminación (viveka), de la realidad fundamental como Sat-Chit: Ser-Consciencia.
Pero, puesto que es límite último, es perfecto, como la masa de una esfera bien redonda en su totalidad, equilibrado desde el centro en todas sus direcciones; pues ni mayor ni menor es necesario que sea aquí o allí, ya que ni es lo no-ente, que podría impedirle llegar a su igual, ni existe al modo que pudiera ser más aquí y menos allí, pues es todo inviolable, porque, por ser igual a sí mismo por todas partes, se encuentra por igual dentro de sus límites.
A modo de metáfora, se compara al Ser con una esfera, noción proveniente posiblemente de la concepción pitagórica de la perfección como dicha figura geométrica. Con esto se da a entender que el Ser es un todo completo, homogéneo, uniforme, indivisible y continuo.
Con esto termino el discurso fidedigno y el pensamiento acerca de la Verdad.
Más allá de Parménides
La contribución más importante de Parménides es, probablemente, haber reducido la investigación de la Verdad o Realidad a la cuestión del Ser, es decir, a la cuestión de si el Ser es o no es. Así, si el Ser es, entonces todo es Ser y no hay nada aparte del Ser, pues el Ser “penetra totalmente todas las cosas”. En cambio, si el Ser no es, entonces nada es, nada puede existir. Esto último claramente no es el caso, pues la existencia no puede ser negada; además, decir que el Ser no es (no existe) es de por sí una contradicción.
En otras palabras, Parménides reduce toda la investigación de la Verdad a dos opciones: 1) el Ser es o 2) el Ser no es. Como esto último es imposible que sea cierto, solo queda la primera opción, que el Ser es. Por lo tanto, el Ser, la Existencia, es la Verdad en sí: la Realidad.
Al reconocer que todo es Ser y no hay nada aparte del Ser, se deriva que el Ser es in-engendrado e imperecedero, inmutable e ilimitado; un todo completo, continuo, homogéneo e indivisible. Todo lo que cambia, que viene y va, que tiene un inicio y un fin, que está compuesto de partes, en suma: el conjunto de todas nuestras experiencias sensibles y mentales, no es real sino ilusorio. Sin embargo, incluso la ilusión no puede ser algo distinto del Ser, la realidad, pues la ilusión no existe por sí misma fuera de la existencia. Por lo tanto, la ilusión no es otra cosa que la Realidad (el Ser); la ilusión es el conjunto de nombres y formas que toma el Ser al manifestarse. Es decir, lo Absoluto (el Uno) aparece como relativo (la multiplicidad) al manifestarse. De este modo, no es un objeto (por ejemplo, un árbol) lo que existe como tal, sino que es el Ser el que toma el nombre y la forma de tal objeto (el árbol), sin dejar de ser por ello el Ser.
Como hemos dicho, la ilusión (como manifestación) no es algo distinto a la realidad (como Ser). Sin embargo, la manifestación no existe independientemente del Ser, pero el Ser existe independientemente de su manifestación. Por lo tanto, la esencia fundamental de la realidad es Ser no manifestado. Esto corresponde con la terminología Vedanta Advaita en la que se conoce al Ser manifestado como Saguna Brahman (Brahman con cualidades) y al Ser no-manifestado como Nirguna Brahman (Brahman sin cualidades). Entonces, Nirguna es el "estado primordial", si pudiera decirse tal cosa, de Brahman, la Realidad, que existe independientemente de su manifestación como Saguna.
Ahora bien, ¿cómo puede la ilusión ser a la vez realidad? Esto parece contraintuitivo, sin embargo, tiene sentido cuando se entiende a la realidad (o Ser) como Consciencia. La Consciencia tiene la capacidad para manifestarse en múltiples nombres y formas (Saguna) que parecen existir por sí mismos, como en el caso de un sueño en el que existen múltiples objetos pero que sabemos que son generados por una única Consciencia. Pero también la Consciencia existe en completo reposo (Nirguna), sin necesidad de manifestaciones. Se podría decir que la ilusión es como una metáfora de la realidad: ni enteramente real ni enteramente no-real; interpretar la metáfora literalmente es como creer que la ilusión existe como tal, o que los nombres y las formas existen como tales, pero los nombres y las formas no existen como tales sino solo como Ser. Es decir, no se puede tomar la ilusión literalmente como realidad, sino como nombre y forma de la realidad.
En resumen, según hemos visto, Parménides ha demostrado, con una lógica elegante y contundente, los siguientes puntos:
Sólo existe una única realidad (el Ser) y no hay nada aparte de ella.
Toda la diversidad de cosas y seres no es más que ilusión. La ilusión es todo aquello que cambia, que tiene un inicio y un fin, que es limitado, que está condicionado, que depende de algo más, que existe a la par que otras cosas.
La realidad fundamental (el Ser) es Consciencia y la Consciencia es Ser.
La ilusión se reduce al Ser-Consciencia, es decir, la ilusión no es algo aparte de la realidad.
Estos puntos se corresponden con los 4 primeros principios de los "7 Principios de la Realidad", el cual es un intento por resumir las enseñanza de la no-dualidad, según el entendimiento de su autor (ver la Bibliografía más abajo). Los siguientes 3 puntos no han sido mencionados de forma explícita por Parménides, pero son consistentes con los puntos anteriores:
El verdadero “Yo” es Ser-Consciencia.
La naturaleza inherente de la realidad es la felicidad.
Por lo tanto: Tú eres la Realidad, la Consciencia y la Felicidad misma.
El principio quinto sugiere que el Yo es en realidad el puro y absoluto Ser-Consciencia. Esto
se puede demostrar teniendo en cuenta las siguientes premisas:

Lo único que realmente existe es el Ser, la existencia misma.
El Ser es Consciencia y la Consciencia es Ser.
No hay duda de que “Yo Soy”, pues no se puede negar la propia existencia.
La conclusión lógica es que “Yo Soy el Ser-Consciencia”. No soy una persona ni algo o alguien limitado y particular, distinto del resto. No tengo inicio y tampoco fin, ni nacimiento ni muerte. Nada puede afectarme, pues soy inmutable. Nada existe aparte de mí. Yo soy el Ser en todo y nada es aparte del Ser que Yo Soy. Creer que el Yo es algo individual, limitado y personal es creer que lo aparente es real como tal.
El principio sexto sugiere que la naturaleza del Ser es felicidad, la cual puede ser entendida también como paz y libertad, o simplemente como no-sufrimiento. Esto es así porque el sufrimiento no es más que inquietud o perturbación mental, en forma de miedo, deseo y resistencia. El miedo solo nace de la creencia de que el Ser puede cambiar y ser afectado. El deseo solo nace de la creencia que el Ser es limitado e incompleto, sintiendo así la necesidad de algo más aparte de sí. Y, por último, la resistencia o aversión solo nace de la creencia de que el Ser existe a la par que algo distinto de sí. Todo esto no son más que opiniones, juicios y valoraciones erróneas, surgidas de tomar literalmente la ilusión como realidad. Al comprender que todo lo que causa inquietud no es más que el mismo Ser todoabarcante, el Yo verdadero, se descubre la paz y libertad inherente del Ser: la verdadera felicidad. La Consciencia no manifestada está siempre presente como la paz, la quietud y el silencio insondables, independientemente de que haya o no manifestaciones.
Por último, a modo de corolario, se tiene el principio séptimo, que resume todos los demás, expresando que: Tú eres la Realidad misma, la cual es Existencia-Consciencia-Felicidad (Sat-Chit-Ananda).

 Bibliografía
C. S. KIRK, J. E. RAVEN Y M. SCHOFIELD, Los filósofos presocráticos [ed. orig. 1966] Trad. esp. de Jésús García Fdez. Ed. Gredos, Madrid, 1974
CANDEL, Miguel. «Ser, verdad y misterio: El poema de Parménides». Disputatio. Philosophical Research Bulletin5:6 (2016): pp. 93-121.
ZUBIRÍA, Martín, et al. El poema doctrinal de Parménides. 2018.
VERA, Giordano. "7 Principios de la Realidad". Enlace:
https://giordanovera.com/blog/general/7-principios-de-la-realidad
giordano vera, 7 de enero de 2023
Autor del libro: ¿Qué es realmente la Realidad?

21 de diciembre de 2016

APOCATÁSTASÍS

Apocatástasis: la restauración a la condición original (en el hermetismo y en el budismo)Nada se destruye, todo se transforma; pero incluso más allá de esto, todo tarde o temprano retorna a su condición original. ¿Pero cual es la condición original del hombre? Según el hermetismo el hombre es parte del cosmos, que es una deidad secundaria (un animal divino para Platón). El cosmos existe en y tiene su sustento en Dios; el hombre existe en y tiene su sustento en el cosmos. Así el hombre regresará a ser el cosmos en su naturaleza más simple y éste retornará a la divinidad en su estado absoluto. Somos polvo de estrellas, pero las estrellas son polvo divino.
Esta idea de la apocatástasis, palabra griega que significa restitución o restauración a la condición o naturaleza original, aparece en el octavo tratado del Corpus Hermeticum donde se explica que el ser humano realmente no muere y que de hecho es el proceso de restauración lo que mantiene el orden mismo que es la esencia del cosmos. Según el erudito G.S.R Mead la noción hermética de la la apocatástasis viene de la astrología, que hace referencia al momento en el que las posiciones de todos los astros se repiten en el cielo –un reset cósmico– y por lo tanto se efectúa una especie de eterno retorno.
Hermes Trismegisto explica que lo que llamamos muerte es “aniquilación pero nada hay en el cosmos que sea aniquilado. En efecto, el cosmos es un segundo dios y un ser vivo inmortal y es por tanto imposible que muera parte alguna de este viviente inmortal, pues todo lo que existe es parte del cosmos y privilegiadamente el hombre, el ser vivo raciona”. (CH VIII, 1, versión de Xavier Renau Nebot).
Mucho se ha dicho de las fuentes del Corpus Hermeticum y si tiene influencia cristiana, platónica, gnóstica, egipcia e incluso budista o hinduista. Y al parecer las tiene todas aunque las últimas son discutibles. Este concepto de apocatástasis lo defendió notablemente Orígenes, uno de los grandes teólogos de la Iglesia que curiosamente vivió más o menos en la misma época en la que se cree que se escribió la
versión del Corpus Hermeticum que conocemos. Orígenes considera que las almas humanas, siendo la primera manifestación o comunicación del Logos como parte del mundo espiritual, fueron creadas ab aeterno, y por lo tanto deberán de retorna a Dios, que es su perfección.  Así Orígenes mantiene que todos los espíritus regresarán a Dios y serán salvados y glorificados, si bien algunos tendrán que sufrir un fuego purificador. Este es el verdadero sentido del eterno retorno, la apocatástasis, la regeneración del alma, la culminación de la evolución que es siempre un retorno hacia la Causa.
Ahora bien, en este afán de unir las tradiciones y encontrar la unidad que creemos es la realidad esencial del misterio, podemos encontrar un paralelo a esta noción de la apocatástasis en la noción hinduista de la existencia cíclica en la que el universo entero es reabsorbido por Brahma, Vishnu o Shiva, según las diferentes creencias.  El universo entero es digerido y regresa a su condición original que no es más que la conciencia de la deidad ; este proceso llamado pralaya (el estado de descanso o disolución en el que cesa la manifestación) es un eterno proceso –junto con la manifestación o manvantara— que se describe como una inhalación y una exhalación, noche y día.
Quizás algo similar a la apocatástasis se encuentra en el shivaísmo de Cachemira con la noción de anuttara, esto es la reidentificación con Shiva, la conciencia suprema, luz increada que experimenta todas las experiencias. El individuo que realiza anuttara no percibe ya ninguna diferencia entre él mismo y la totalidad del universo, es todas las cosas y existe en un estado de perpetua dicha de conciencia no dual. En cierta manera se restaura su condición original que es Shiva; trasciende la existencia pero a través de la inmanencia.
En el budismo encontramos un
paralelo en el concepto de tathatagarbha, o la naturaleza búdica que es la esencia de todos los seres, según se enseñó en el llamado “tercer giro de la rueda del Dharma”. El budismo mahayana mantiene que la naturaleza original de todos los seres es Buda, es decir la mente despierta que es cognición pura no-dual. Esta naturaleza esencial yace intocada e inmaculada por la vicisitudes e impurezas que produce la ignorancia y el apego a los fenómenos generados. En otras palabras la confusión de creer que somos otra cosa que esta mente despierta e iluminada que es lo que significa el término Buda.”El término budeidad no es más que una etiqueta para referirse al simple reconocimiento de la más pura esencia del ser”, dice el gran maestro del dzogchen Longchen Rabjam. En cierta forma el fruto del sendero es la semilla y la meta es el origen.
Esta restauración de la naturaleza original no es una salvación mesiánica o una intervención divina, no es algo que ocurra en la historia sino es solamente el descubrimiento de lo que siempre ha sido, como descubrir que el Sol siempre estuvo ahí aunque no lo habíamos visto porque las circunstancias particulares hacían que aparecieran unas nubes en el cielo. Dice el maestro budista occidental Traktung Yeshe Dorje: “De la misma manera [como el Sol detrás de las nubes] nuestra naturaleza profunda siempre es divina. No es divina en forma de semilla, como un árbol esperando crecer a partir de una semilla, sino completamente desarrollada, ahora mismo”. Y también, en su libro Original Essence, “No hay tal expulsión del Jardín del Edén. Sólo hay una visión distorsionada que nos impide ver las cosas como son”.

Traktung Yeshe Dorje escribe sobre la apocatástasis desde la perspectiva budista:

Un amigo griego me preguntó. “¿Qué piensas de la idea de Orígenes de la apocatástasis, la cual la Iglesia luego declaró como herejía?” Le contesté: “Un hombre entró en un sueño profundo en el que su pierna fue mutilada por un auto. En el sueño sufrió terriblemente. Al despertar, sintió una enorme alegría al comprobar que tenía su pierna completa y sana declaró ‘¡Bendita sea la reconstitución de mi pierna!’… Así uno puede entender la apocatástasis –la restitución o restauración de la condición original primordial… Tal vez algunos se despiertan del sueño y otros personajes del sueño siguen soñando. Para ellos la pierna está mutilada… y esta sabiduría gnóstica es herejía. La sabiduría siempre será herejía para los ignorantes.  La compasión es entonces la respuesta espontánea de la sabiduría al sufrimiento del sueño”.
                                                                 enlace: cadena áurea
Jesús Miravalles Gil

28 de octubre de 2016

EL SECRETO DEL UDYAT Y LA GLANDULA PINEAL

El ojo de Horus, también llamado Udyat, ha sido un símbolo que aparece en muchas leyendas del antiguo Egipto. El símbolo está repleto de misterios, por un lado posee una fórmula matemática oculta en sus líneas y por otro lado es la representación de la glándula pineal. El udyat ha servido como protección, conexión con las estrellas y símbolo para descubrir lo oculto. ¿Cuáles son los misterios del ojo de Horus? ¿Por qué los illuminati emplean el ojo en toda su simbología?
                                                     enlace:  granmisterio.org
Jesús Miravalles Gil
                                            

16 de marzo de 2016

HERMES - 1 - 2

                                                             HERMES - 1
 La raza negra que sucedió a la raza roja austral en la dominación del mundo, hizo del alto Egipto su principal santuario. El nombre de Hermes Coth, ese misterioso y primer iniciador del Egipto es las doctrinas sagradas, se relaciona sin duda con la primera y pacífica mezcla de la raza blanca y de la raza negra en las regiones de la Etiopia y del Alto Egipto, largo tiempo antes de la época aria. Hermes es un nombre genérico como Manú y Buddha pues designa a la vez un hombre, a una casta y a un Dios. Como hombre Hermes es el primero, el gran iniciador del Egipto; como casta, es el sacerdocio depositario de las tradiciones ocultas; como Dios, es el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus, de iniciadores divinos; en una palabra; Hermes preside la región Supra-terrena de la iniciación celeste. En la economía espiritual del mundo, todas esas cosas están ligadas por secretas afinaciones como por un hilo invisible. El nombre de Hermes es un talismán que las resume, un sonido mágico que las evoca. De ahí su prestigio. Los griegos, discípulos de los egipcios, le llamaron Hermes Trismegisto a tres veces grande, porque era considerado como rey, legislador y sacerdote. Él caracteriza a una época en que el sacerdocio, la magistratura y la monarquía se encontraban reunidos en un solo cuerpo gobernante. La cronología egipcia de Manetón llama a esa época el reino de los dioses. No había entonces ni papiros ni escritura fonética, pero la ideografía existía ya; la ciencia del sacerdocio estaba inscrita en jeroglíficos sobre las columnas y los muros d las criptas. Considerablemente aumentada, pasó más tarde a las bibliotecas de los templos. Los egipcios atribuían a Hermes cuarenta y dos libros sobre la ciencia oculta. El libro griego conocido por el nombre de Hermes Trismegisto encierra ciertamente restos alterados, pero infinitamente preciosos, de la antigua teogonía, que es como la fiat lux de donde Moisés y Orfeo recibieron sus primeros rayos. La doctrina del Fuego Principio y del Verbo Luz, encerrada en la Visión de Hermes, será como la cúspide y el centro de la iniciación egipcia.
                                                           HERMES - 2
Trataremos ahora de encontrar esta visión de los maestros, en rosa mística que se abre en la noche del santuario y en el arcano de las grandes religiones. Ciertas palabras de Hermes, impregnadas de sabiduría antigua, son propias para prepararnos a ello. “Ninguno de nuestros pensamientos –dice a sus discípulo Asclepios- puede concebir a Dios, ni lengua alguna puede definirle. Lo que es incorpóreo, invisible, sin forma, no puede ser percibido por nuestros sentidos; lo que es eterno, no puede ser medido por la corta regla del tiempo; Dios es, pues, inefable, Dios puede, es verdad, comunicar a algunos elegidos la facultad de levarse sobre as cosas naturales para percibir alguna radiación de su perfección suprema; pero estos elegidos no encuentran palabra para traducir en lenguaje vulgar la Visión inmaterial que le ha hecho estremecer. Ellos pueden explicar a la humanidad las causas secundarias de las creaciones que pasan bajo sus ojos como imágenes de la vida universal, pero la causa primera queda velada y no llegaríamos a comprenderla más que atravesando la muerte.” Así hablaba Hermes del Dios desconocido, en el pórtico de las criptas. Los discípulos que penetraban con él en sus profundidades, aprendían a conocerle como ser viviente.
El libro habla de su muerte como la partida de un dios. “Hermes vio el conjunto de las cosas, y habiendo visto, comprendió, y habiendo comprendido, tenía el poder de manifestar y de revelar. Lo que pensó lo escribió; lo que ocultó en gran parte, callándose con prudencia y hablando a la vez, a fin de que toda la duración del mundo por venir buscase esas cosas. Y así, habiendo ordenado a los dioses sus hermanos que le sirvieran de cortejo, subió a las estrellas.”
Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo.
Oiréis que allí vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los números y la armonía de las esferas.
Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descenderéis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos.
HERMES TRISMEGISTO
                                            http://contacto-elalma.tumblr.com/
Jesús Miravalles Gil

7 de enero de 2016

EL HOMBRE, EL MICROCOSMOS DEL UNIVERSO

UNA INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DEL MICROCOSMOS, IMÁGENES Y CITAS QUE MUESTRAN QUE EL HOMBRE ES EL ESPEJO DEL COSMOS Y QUE SU ANATOMÍA ES UNA ESPECIE DE TEMPLO PARA ESTABLECER UNA RECONEXIÓN CON LA DIVINIDAD.
Sería pues necesario que al participar este todo en un mismo sentimiento y un mismo espíritu sus miembros se correspondieran entre sí, como miembros que vienen a ser de una misma totalidad.
                                                       Sinesío         
Los filósofos antiguos atisbaron una serie de correspondencias entre el cuerpo humano y el universo. Esta relación está en el origen de todo conocimiento esotérico y es en cierta forma un mapa de reconexión o un esquema anagógico (a la vez que analógico), que permite al hombre unirse con la divinidad entrando en ritmo y consonancia con este orden. La idea que se deriva del sistema de correspondencias es que el hombre contiene en su interior el mismo arquetipo que el universo entero y por lo tanto si logra conocerse a sí mismo podrá conocer a Dios, como los místicos han dicho, parafraseando la famosa frase inscrita en el oráculo de Delfos. Decía Paracelso que habían tres libros sagrados: la Biblia, el cuerpo del hombre y el cosmos.
El origen de las correspondencias, esa madeja de hebras luminosas que todo lo abarcan, según la tradición hermética viene de Egipto, donde se dice que existían dos columna o pilares en los que Thot (Hermes, egipcio) había escrito esta sabiduría primordial, antediluviana, la cual habría sido custodiada por lossacerdotes. Según Jámblico en sus Misterios egipcios, Pitágoras y Platón estudiaron las estelas egipcias en el templo de Sais (posiblemente Seth). La fuente principal que la tradición recoge es el texto atribuido a Maneto, el Libro de Sothis (o Libro de Sirio). Maneto fue un sacerdote egipcio, y el texto en cuestión fue citado por el monje Jorge Sincelo, pero ha desaparecido. La mayoría de los investigadores modernos consideran que es apócrifo, algunos investigadores esotéricos, como G. S. Mead, sin embargo, consideran que tiene bases sustanciales. Se dice ahí que Thot (el primer Hermes) inscribió una estela con sus conocimientos en jeroglíficos –para preservar la tradición ante un cataclismo– que luego fueron traducidos. Este sería también el origen remoto de la famosa Tabla Esmeralda delCorpus Hermeticum.
Las expresiones más detalladas, y por momentos abrumadoras, de las correspondencias, seguramente las podemos encontrar en la India de los Vedas, con sus elaborados sacrificios en los que cada elemento corresponde a otro en una red vertiginosa de analogías. El fuego, el soma, el ghee, el poste central, el caballo, todos estos elementos no sólo están conectados con partes del cuerpo, planetas y con divinidades sino que son también un teatro vivo de memoria que narra acciones distantes en los mundos celestes. La otra gran demostración de una intrincada manifestación de correspondencias la podemos encontrar entre los cabalistas y los alquimistas. Los primeros, al buscar la creación del golem, crean un monumental edificio de correspondencias siguiendo el principio de que el universo entero fue construido con las 22 letras hebreas: las permutaciones de estas letras en correspondencia con los días de la semana, las 10 emanaciones, las partes del cuerpo, los astros y otros elementos, constituyen un sistema de meditación que es a la vez una especie de plano arquitectónico para construir un templo invisible. Los segundos, para conseguir la piedra filosofal, vinculan los siete metales con los siete planetas y con las siete etapas de la gran obra y de aquí se desprende una serie de correspondencias también con toda la fauna y flora conocida e imaginaria, haciendo una medicina espagírica de la naturaleza, también llamada agricultura celestial. Ambos, el golem y la piedra filosofal, son símbolos de un cuerpo espiritual, de una nave psíquica para alcanzar un nuevo estadio de conciencia y acercarse a la divinidad. Tanto la alquimia como la cábala utilizan el sistema astrológico, cuyos orígenes algunos sitúan en Babilonia, pero que su verdadera raíz es desconocida y seguramente más antigua.
Dice Borges sobre la cábala:
La idea del Ser eterno que siempre ha tenido esas 10 emanaciones es de difícil comprensión. Esas 10 emanaciones emanan una de otra. El texto nos dice que corresponden a los dedos de la mano. La primera emanación se llama la Corona y es comparable a un rayo de luz que surge del Ein Sof, un rayo de luz que no lo disminuye, un ser ilimitado al que no se puede disminuir. De la Corona surge otra emanación, de ésa, otra, de ésa, otra, y así hasta completar 10. Cada emanación es tripartita. Una de las tres partes es aquella por la cual se comunica con el Ser Superior; otra, la central, es la esencial; otra, la que le sirve para comunicarse con la emanación inferior.
Las 10 emanaciones forman un hombre que se llama el Adam Kadmon, el Hombre Arquetipo. Ese hombre está en el cielo y nosotros somos su reflejo. Ese hombre, de esas 10 emanaciones, emana un mundo, emana otro, hasta cuatro…
Aryeh Kaplan en su traducción del Sefer Yetzirah (p.193) nos dice que existen 1021 posibles permutaciones de las letras del alfabeto hebreo, “un número cercano al número total de estrellas totales en el universo… así que a partir de las permutaciones del alfabeto, un nombre puede ser formado para cada estrella del universo. Esto en concordancia con la enseñanza de que cada estrella tiene un nombre individual”. Kaplan también menciona: “los comentarios señalan que los ángeles son como almas para las estrellas… y esto también significa que las estrellas y los planetas son como los ‘cuerpos’ de estos planetas’”. Así tenemos esta idea de la correspondencia entre el hombre y las estrellas y los ángeles; Platón en el Timeo menciona también que cada alma está asociada a una estrella.
Manly P. Hall en su libro La filosofía de la astrología nos introduce a la visión del microcosmos de Paracelso:
En palabras de Paracelso: “Hay una estrella en el hombre por cada estrella en el cielo”. Y porque hay una estrella en su interior, el hombre puede encontrar su contraparte en el universo; y porque tiene esta estrella en su propia alma, el hombre puede entender y fusionar sus energías racionales y emocionales con las más distantes en los cielos. No puede haber entendimiento entre disímiles. El hombre sólo puede entender lo que él mismo es. Es porque él es todas las cosas que a fin de cuentas puede entender todas las cosas. Este es el gran misterio que enseñaban en los antiguos templos. Es por esta sublime verdad que el ser humano tiene un potencial ilimitado, y contiene en sí mismo la posibilidad de crecer y saber todo. 
En el budismo podemos encontrar una interpretación distinta de las correspondencias en el concepto de pattica samuppada (la originación dependiente) y en la metáfora del collar de Indra, utilizada en el budismo hua-yen para explicar este mismo concepto. Se dice que quien percibe la originación dependiente ve el Dharma (la ley, la verdad). La idea de la originación dependiente es un tanto compleja pero en resumidas cuentas sostiene que todas las cosas y todos los fenómenos dependen el uno del otro y por lo tanto no tienen una realidad independiente. Todas las cosas dependen la una de la otra y si siguiéramos esta cadena hasta su última causa arribaríamos a la nada o al vacío. La realidad es entonces el vacío mismo o el cuerpo del Dharma, el dharmakaya, que está ligado a su vez con el estado de nirvana y aquello que no ha nacido ni morirá, aquello que es perpetuo devenir. El santo budista Nagarjuna dice que este cuerpo iluminado, también llamado dharmadatu, emerge cuando se purifican todas las aflicciones y los compuestos: es como la mantequilla en la leche que no vemos hasta que no se purifica. Podemos agregar, con una licencia poética que podría ser imprecisa dogmáticamente, que ese cuerpo purificado, ese ghee medular, es la totalidad del universo integrada en la unidad de la conciencia.
Así se describe el famoso collar de Indra:
Lejos en la mansión celestial del gran dios Indra hay una fabulosa red que ha sido colgada por un astuto artífice de tal manera que se extiende infinitamente en todas direcciones. En sintonía con los gustos extravagantes de las deidades, el artífice ha colgado una joya resplandeciente en cada “ojo” de la red, y como la red es en sí misma infinita en dimensión, las joyas son infinitas en número. Ahí cuelgan las joyas brillando como estrellas de primera magnitud, una suprema visión que sostener. Si seleccionamos arbitrariamente una de estas joyas para inspeccionar y la analizamos de cerca, descubriremos que en su superficie azogada se reflejan todas las demás joyas de la red, infinitas en número. No sólo eso, sino que cada una de las joyas reflejadas en esta joya también está reflejando todas las otras joyas, así que hay un número infinito de procesos de reflejo ocurriendo.
Por último tenemos a la física moderna, que ha encontrado una extraña propiedad en la naturaleza básica de la materia: el entrelazamiento cuántico. Esta propiedad, considerada como una aberración fantasmagórica por Einstein, describe la conexión instantánea que existe entre dos partículas que han entrado en contacto entre sí, no obstante la distancia (una definición muy parecida a la de la magia simpática de James Frazer). El entrelazamiento cuántico sugiere que el universo es no-local, es decir todas las regiones del espacio dependen la una de la otra, lo cual significa un principio intrínseco de inseparabilidad. Según el físico Mark Van Raamsdonk: “El espacio-tiempo es sólo una imagen geométrica de cómo un sistema cuántico se entrelaza”. 
Todas estas ideas, uno conjetura, apuntan desde distintos frentes a la unidad indivisible de la realidad, todas revelan que la multiplicidad y la inconexión son meros juegos de apariencias e ilusiones. Como si observáramos el resplandor de una vela en una casa de espejos multiplicada en miles de reflejos y, sin embargo, es una única luz la que produce todos los reflejos.
                                                        Twitter del autor: @alepholo
Jesús Miravalles Gil